El Mar Báltico ha sido un cruce de culturas y rutas comerciales cruciales durante siglos. Rodeado por países como Suecia, Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia y Alemania, su historia está intrínsecamente ligada a los intercambios y conflictos que han definido Europa.
Durante la época vikinga, el Báltico se convirtió en una ruta clave para los comerciantes y exploradores nórdicos, que establecieron conexiones entre el norte y el este de Europa. Posteriormente, la Liga Hanseática, una poderosa alianza de ciudades comerciales en los siglos XIII al XVII, utilizó las aguas del Báltico para monopolizar el comercio de bienes como la madera, el grano y el pescado, fortaleciendo económicamente a ciudades como Tallin, Riga y Gdansk.
El mar también ha sido escenario de numerosos conflictos, desde las guerras medievales hasta las disputas territoriales modernas. Durante la Guerra Fría, su ubicación estratégica lo convirtió en una línea divisoria entre el bloque oriental y occidental.
A pesar de este turbulento pasado, el Mar Báltico es hoy un símbolo de la rica herencia cultural de la región, conocido por sus impresionantes paisajes naturales, sus ciudades medievales bien conservadas y su papel en la revitalización de las relaciones comerciales y culturales en Europa.